En las últimas décadas, la atención al parto ha evolucionado notablemente gracias a un enfoque más centrado en la mujer, donde no solo se prioriza la seguridad clínica, sino también la vivencia emocional y física de este proceso. En este contexto, la infraestructura y el equipamiento de las salas de parto han cobrado un nuevo protagonismo. Empresas como Kaldevi han contribuido al desarrollo y distribución de mobiliario técnico especializado que busca transformar el espacio obstétrico tradicional en un entorno más humano, adaptable y respetuoso con las necesidades de la mujer. Este avance no solo responde a una tendencia estética o funcional, sino que está respaldado por evidencia científica que destaca el impacto del entorno físico en los resultados maternofetales y en la satisfacción general del parto.
Los dispositivos ergonómicos, las bañeras de parto, las soluciones de iluminación y el mobiliario móvil o ajustable permiten ofrecer un entorno más cálido y flexible, lo que favorece la movilidad de la gestante, facilita el uso de técnicas no farmacológicas para el manejo del dolor y permite adoptar posiciones fisiológicas durante el expulsivo. La medicina basada en la evidencia ha mostrado que estos factores, aunque en apariencia secundarios, tienen una influencia directa sobre los niveles de ansiedad, la percepción del dolor, la duración del trabajo de parto y la tasa de intervenciones obstétricas. Así, la mejora del entorno no debe entenderse como un simple añadido, sino como un componente fundamental en la construcción de una experiencia de parto positiva.
Parto en el agua: fisiología, evidencia y consideraciones clínicas
Una de las innovaciones que más interés ha despertado en los últimos años es el uso de bañeras especialmente diseñadas para el trabajo de parto y el nacimiento en el agua. El parto en el agua, aunque todavía no universalizado, ha sido objeto de numerosos estudios que evidencian su seguridad y sus beneficios tanto para la madre como para el recién nacido, cuando se realiza bajo condiciones clínicas controladas y con criterios de inclusión bien definidos. Desde el punto de vista fisiológico, la inmersión en agua templada favorece la relajación muscular, reduce la liberación de catecolaminas y promueve la secreción de endorfinas, lo que contribuye a un mejor control del dolor y al progreso del trabajo de parto.
Las bañeras de parto actuales están construidas con materiales resistentes, fáciles de limpiar y con sistemas que permiten mantener una temperatura estable, condiciones esenciales para garantizar la seguridad materno-fetal. Además, su diseño ergonómico favorece la movilidad de la mujer, permitiéndole adoptar posiciones verticales, de cuclillas o semisentadas que facilitan el descenso y la rotación fetal. Esta libertad de movimiento se ha relacionado con una mayor autonomía durante el proceso de parto, mejor oxigenación placentaria y menor tasa de partos instrumentales. La percepción subjetiva de la experiencia, en estudios cualitativos, también es significativamente más positiva, especialmente cuando la mujer se siente acompañada y tiene control sobre su entorno y su cuerpo.
Aunque no todas las mujeres podrán optar por el parto en el agua debido a condiciones médicas específicas, la posibilidad de utilizar la bañera durante la fase de dilatación ya conlleva beneficios notables. La evidencia disponible indica que su uso puede acortar la duración del trabajo de parto y reducir la necesidad de analgesia farmacológica, lo cual es especialmente valioso en contextos donde se busca un parto fisiológico, respetado y mínimamente intervenido.
Diseño ambiental y su impacto en la fisiología del parto
Otro de los aspectos clave en la transformación de los espacios obstétricos es la incorporación de un diseño ambiental pensado para favorecer los procesos fisiológicos del parto. El entorno tradicional hospitalario, caracterizado por la presencia de luz blanca intensa, mobiliario rígido y equipos clínicos visibles, tiende a generar una respuesta de estrés en la mujer gestante. Este estrés se traduce, a nivel hormonal, en un aumento del cortisol y la adrenalina, que inhiben la liberación de oxitocina, hormona central en la progresión del trabajo de parto. Por el contrario, entornos cálidos, con iluminación regulable, música ambiental, aromaterapia o elementos naturales, promueven un estado de calma y seguridad que favorece el desarrollo espontáneo del parto.
La adecuación del mobiliario, como las camas obstétricas versátiles, los bancos de parto, las cuerdas o pelotas de ejercicio, permite crear un espacio donde la mujer pueda moverse libremente, experimentar con distintas posturas y participar activamente en su proceso. Esta participación activa está estrechamente relacionada con la disminución de complicaciones, la mejora del vínculo materno-neonatal y un menor riesgo de trauma perinatal. Además, estos entornos permiten al personal sanitario, y especialmente a las matronas, desarrollar un modelo de atención centrado en la escucha, el acompañamiento continuo y la reducción de intervenciones innecesarias.